Vivir con diabetes tipo 1: una historia llena de retos, experiencias y logros alcanzados (Parte 1)
Updated: Aug 7, 2020

Tener 15 años y estar viviendo una etapa del ciclo de vida que trae muchas experiencias difíciles puede complicarse cuando enfermas y ves como tu cuerpo se desgasta y cambias totalmente. Pérdida de peso acelerada (llegar a ser un tamaño 0 de ropa), padecer de sed excesiva, visitas al baño a orinar con mucha frecuencia y hambre que no sacia aún cuando comes sin control, esas fueron las señales que mi cuerpo envió hace ya más de 20 años indicando que la diabetes había llegado a mi vida. Mis padres tomaron acción y me llevaron al médico; me salvaron la vida por primera vez.
El primer doctor que me atendió fue un generalista, pues no había endocrinólogo pediátrico disponible en el pueblo donde residía ni áreas cercanas a donde vivía cuando presenté estos problemas. El médico generalista vió un valor de glucosa en ayunas en los 210 mg/dl (FBS) y le indicó a mis padres eliminar refrescos regulares. Eso fue todo. Nos fuimos a casa y mis padres comenzaron a leer y hacer modificaciones en mi alimentación. Sin embargo, no tomar refrescos regulares no era el tratamiento para un diagnóstico de diabetes en una adolescente. Todo siguió empeorando y terminé en sala de urgencias con una cetoacidósis diabética con glucosas en los 800 mg/dl y deshidratación severa. La estadía en el hospital fue de varios días. Solo hubo un cardiólogo de adultos en ese hospital que aceptó el reto de asumir mi cuidado, Dr. Edwin Marshall, jamás lo olvidaré, y fue él quien logró sacarme de esa situación de salud tan crítica y peligrosa. Esto marcó a mis padres y familia, siendo uno de los momentos más difíciles que han vivido.
De esa estadía en el hospital lo mas doloroso que recuerdo eran las pruebas de gases arteriales que me hacían en el área de la arteria radial (área de la muñeca de mi mano), era un procedimiento sumamente incómodo, pero era necesario para medir niveles de oxígeno y dióxido de carbono, así como también verificar el ph (acidez) de la sangre. A través de los años y experiencias que me ha traído la vida con diabetes, he aprendido a enforcarme y dar prioridad a las cosas buenas de cada situación vivida y de ese diagnóstico de diabetes tipo 1 a los 15 años de edad recuerdo que mi cuarto estuvo siempre lleno de mis amistades, de mi familia y vecinos, todos brindándome su apoyo incondicional.
En el momento de inyectar insulina decidí desde la primera dósis ser yo quien la administrara. El personal de enfermería me ayudó y aprendí a hacerlo. No recuerdo que haya estado triste, a lo mejor sí, pero no lo recuerdo, quizás el apoyo de mis seres queridos no lo permitió. Necesité hacer cambios en mis horarios de comida y comenzar a inyectarme al principio 2 veces al día y luego al pasar los años con el surgimiento nuevas opciones de insulinas eran 3-4 inyecciones cada día. Incluí ejercicio en mi rutina y eso me ayudó muchísimo. Esto pasó a ser parte de la rutina y así transcurrieron mis años de escuela superior logrando obtener excelentes notas y admisión a una de las más reconocidas universidades de mi país. Tener diabetes tipo 1 no fue un problema para mí, sino, una responsabilidad añadida que decidí asumir y trabajar para salir adelante con la ayuda y apoyo de mis seres queridos.
Quizás para algunas personas el proceso ha sido más difícil y complicado, pero nunca es tarde para cambiar la forma de ver las cosas que nos ha tocado vivir. Enfocarnos en las alternativas que tenemos disponibles y buscar la manera de llevar esta condición lo mejor posible debe ser nuestra decisión.
Los demás años de mi vida que son parte de esta historia los compartiré más adelante junto a muchas otras experiencias viviendo con diabetes tipo 1.